Crianza positiva o cómo educar con amor y firmeza
Escrito por Pedro Ojeda Fernández
Revisado medicamente por Dr Marta Bernaola Abraira
Ultima actualizacion: October 2, 2024
La clave: motivar a los niños para ser respetuosos y responsables
Ser padre no es fácil. Los hijos nos ponen a prueba constantemente: a veces sacan lo mejor de ti pero en ocasiones también lo peor. Resulta difícil controlarse pero merece la pena. Los estudios demuestran que los enfados y los castigos físicos a los hijos provocan su resentimiento y que se sientan mal consigo mismos.
Por el contrario, la mezcla de comunicación con disciplina y afecto les enseña a comportarse y a desarrollarse de forma sana e independiente. Sienten que son escuchados y valorados. Son algunos de los principios de la crianza positiva, una metodología desarrollada en 1920 por Alfred Adler y Rudolf Dreikurs. Enseña a los niños a convertirse en personas responsables y respetuosas.
Los más pequeños de la casa se portan mal y los padres deben enfrentarse a ello. Los progenitores pueden reaccionar con enfados, gritos, mal humor y castigos o con todo lo contrario: calma, comprensión, comunicación para lograr una disciplina positiva. Este concepto no implica el castigo, sino enseñar a tu hijo a comportarse. Los azotes o cachetes pueden funcionar a corto plazo, pero el niño no corrige su actitud porque le hayas motivado a controlarse a sí mismo sino por miedo a que se repita la bofetada.
Establecer límites para lograr la autodisciplina
La disciplina positiva no significa ser excesivamente estrictos ni tampoco permisivos. Se trata de poner límites para que aprendan a ser autodisciplinados. Que se acostumbren a ponerse límites a sí mismos.
Además, aportan seguridad y proporcionan un vínculo fuerte con los hijos, siempre que se establezcan con amor, afecto y empatía, desde la comprensión para que puedan internalizarlos y pensar por sí mismos. Decir “no” a menudo debilita la relación.
¿Qué límites poner?
• En primer lugar, los que propicien tu seguridad y la de ellos. Esos no son negociables. Aunque es probable que cambien a medida que tu hijo crezca. Asegúrate de que sean acordes para su edad. Otros te vendrán dados por las necesidades del niño (sueño, alimentación…). En definitiva, se trata de responder a las necesidades de desarrollo del niño.
• Evita los límites innecesarios. Los que pongas, siempre con cariño para fortalecer la relación. Cada persona es diferente, así que cada uno puede necesitar unas reglas distintas.
• Los niños criados con apego se enfadan menos y desarrollan antes el sentido de la responsabilidad. Según van creciendo, se muestran más cooperantes con los progenitores, se llevan mejor con los compañeros, aprenden más rápido en el colegio, su autoestima es mayor y resisten mejor el estrés. Sin esa cordialidad el niño no colabora sino que se muestra rebelde.
Hijos de una educación autoritaria
A veces puede resultar difícil que los padres se controlen, pero una paternidad autoritaria perjudica el desarrollo emocional de los niños. No aprenden a autorregularse sino que se resisten a asumir responsabilidades. Rechazan ese límite porque se sienten mal si se les dicen las cosas de mala manera y sin apego. Y responden a él por miedo, porque se sienten intimidados. Obedecen pero no piensan por sí mismos. Es más, de adultos no van a cuestionar a la autoridad cuando deberían. Está demostrado que los niños criados de forma autoritaria son más propensos a la ira, la depresión y a la rebeldía. Una crianza demasiado exigente deteriora la relación entre padres e hijos.
Hijos de unos padres permisivos
Por no provocar una rabieta o hacer a sus hijos infelices, algunos progenitores no establecen límites y educan a los pequeños en la permisividad. Y esto repercute de forma negativa porque no aprenden a tolerar la frustración, la decepción y la tristeza. Salirse siempre con la suya puede dificultar la creación de amistades, ya que se vuelven egocéntricos.
Objetivo: ayudar a tu hijo a sentirse bien y a que aprenda a desenvolverse solo
La disciplina o crianza positiva orienta a los niños creando un vínculo estrecho. De esta manera, siempre intentan complacer a los padres. Con los castigos se sienten enojados y a la larga no mejora su comportamiento. Y propicia que sean más influenciables por amigos o compañeros que por sus padres.
• Si aplicas ira, ellos mismos copiarán ese modelo. Trata de comprenderles para fijarle los límites. Dialoga y discute su punto de vista y el tuyo, sobre la consecuencia de sus acciones. Que lo sienta como una experiencia de aprendizaje.
• Para fortalecer esa relación trata de hablar en positivo, de decir “sí” en vez de “no”, incluso al imponer un límite. Cambia tu lenguaje y “cómete” tu ira mediante el autocontrol. Ellos nos cambian a mejor, pueden sacar nuestro lado más positivo. Por ellos somos capaces de darlo todo. Cualquier conflicto o problema se soluciona mejor desde la tranquilidad y la calma. Eso a veces no resulta fácil pero respira hondo. No tomes una decisión en caliente, espera un tiempo. Busca una reacción constructiva.
Una buena comunicación, es decir, escuchar y hablar (evitando interrumpir), resulta vital en la relación con tu hijo, aunque a veces sea complicado. Adquiere esa costumbre reservando un tiempo para ello a diario. Y si no puedes cuando ellos te lo piden, sencillamente dile que ahora no puede ser pero sí más tarde. Así ellos saben que siempre estás ahí para ayudarles con cualquier problema.
Marta Villalba
Categoría: Desarrollo psicológico del niño