Cómo se crea el vínculo de apego en el niño y la madre
Escrito por Pedro Ojeda Fernández
Revisado medicamente por Dr Marta Bernaola Abraira
Ultima actualizacion: September 20, 2024
Un buen vínculo es la base del desarrollo emocional del niño
El psicólogo John Bowlby, uno de los mayores investigadores del proceso temprano de la interacción entre el niño y la madre, analiza el vínculo de apego. Lo divide en cuatro grandes fases, que se producen a lo largo de los primeros años de vida.
Las cuatro fases del apego
Primera: se desarrolla desde el nacimiento hasta las doce semanas de vida; en esta época en la que el bebé reacciona tanto a los rostros como a las voces humanas pero sin capacidad de reconocimiento.
Segunda: se produce entre los dos y los seis meses; las señales del bebé van dirigidas a hacia una o más figuras ya identificadas, y las respuestas del niño interactúan con los padres en forma de sonrisa o imitación.
Tercera: entre los siete y veinticuatro meses, el niño busca la proximidad con los padres. Podríamos decir que es la fase del apego propiamente dicha.
Cuarta: comienza la última fase del vínculo de apego, en la que el bebé comienza el proceso de asociación social de las emociones.
En esta fase propiamente dicha de apego, las diferentes situaciones en su interacción con la madre motivarán diferentes estados de apego. Éstos serán básicos en la conformación de su propia experiencia emocional y estará determinadas por el grado de seguridad emocional que el niño tenga en la madre.
El apego a la madre, seguridad al bebé
Este primer proceso de apego dará lugar a una relación de seguridad social del niño; podrá interactuar de forma normalizada demostrando alegría y tranquilidad cuando llega la madre. Sin embargo, cuando el apego es inseguro, a los niños no les causa ansiedad cuando la madre no está y tampoco se sienten tranquilos cuando llega; incluso en algunos caso los bebés manifiestan gran ansiedad cuando la madre está presente.
Los padres han de identificar los factores que afectan a la formación y desarrollo del vínculo de apego entre madre e hijo vienen determinados, principalmente, por la respuesta de los padres ante los estímulos emocionales del bebé. El modo y la forma con la que los padres responden a las necesidades emocionales de sus hijos son la base del posterior desarrollo y adaptación emocional de los niños.
Las relaciones emocionales marcadas por la buena contestación, la intensidad y cualidad de los padres a las reacciones emocionales del niño, determinaran la seguridad y firmeza del vínculo de apego y consecuentemente, las relaciones entre el niño y la madre. Esto condicionará el vínculo afectivo y de comportamiento del niño.
Los pequeños que consiguen un apego seguro antes de los dos años son niños que en el colegio se han manifestado más empáticos, más sociales, más competentes. También con muchos más amigos que los que han desarrollado un apego inseguro.
Entre los cuatro y seis años de vida los niños comienzan a entender la importancia de sus relaciones emocionales con los demás y en este sentido la memoria y los recuerdos serán básicos en la conformación de los sentimientos y emociones de los niños. Comprenderán que las emociones de los otros niños pueden ser causas de sus propias emociones y que pueden interactuar con ellas.
Es una etapa donde el niño desarrolla los procesos cognitivos asociados con sus propias emociones, lo que les lleva a entender cómo sus propias creencias, intenciones o deseos pueden interactuar con las emociones de los otros; también comprenderán la diferencia entre emociones reales y emociones aparentes; aprenderán también a valorar la utilidad fingir emociones para conseguir objetivos en su interacción social.
Entenderán y comprenderán que los demás pueden sentir diversas emociones ante un mismo acontecimiento en función de estados emocionales personales e internos de cada uno. En esta etapa aprenderán a controlar la expresión de sus emociones en la interacción con los demás y a valorar dicho control como un mecanismo importante para poder establecer relaciones emocionales satisfactorias con los demás. El niño aprende que para conseguir determinados objetivos sociales es necesario controlar sus propias emociones.
Por último, al final de esta etapa los niños aprenderán a través del lenguaje a comprender y regular mucho mejor sus emociones tanto individualmente como en su interacción social. Al verbalizar sus emociones, controlarán mejor sus relaciones sociales, ajustarán, comprenderán y regularán mejor su experiencia emocional y afectiva; por último desarrollarán mejor los procesos cognitivos asociados con la experiencia emocional, lo que hoy se conoce como inteligencia emocional.
Las emociones forjan la personalidad
Las experiencias emocionales a lo largo de nuestra vida son parte evidente de la conformación de nuestra personalidad; vamos configurando y desarrollando modos y formas de relacionarnos con los demás, lo que dependerá principalmente del mundo social, familiar y emocional en el cual nos vemos a desenvolver. Sin embargo, todo apunta a que nuestro comportamiento emocional va a depender en gran medida a como se haya desarrollado el vínculo afectivo con nuestra madre en los primeros 24 meses.
Por ello, los padres deben tener sumo cuidado en sus primeras relaciones con el bebé y han de entender la importancia que tiene para el futuro del niño dicha relación, además de la necesidad de conseguir un vínculo de apego seguro y estable con su hijo en los dos primeros años de vida.
Tomas Ortiz Alonso. Catedrático-Director del Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica.
Facultad de Medicina. Universidad Complutense de Madrid
Categoría: Desarrollo psicológico del niño